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Del hielo al deseo: cómo Heated Rivalry se convirtió en la nueva pasión gay del streaming

Cómo Heated Rivalry saltó de las páginas a la pantalla y se convirtió en la nueva obsesión queer La serie queer más ardiente del año llegó al streaming la semana pasada y, en cuestión de horas, Heated Rivalry se convirtió en uno de los temas más comentados en redes sociales. La razón es evidente: la química incendiaria entre sus protagonistas, Ilya Rozanov (Connor Storrie) y Shane Hollander (Hudson Williams), dos jugadores de hockey profesional que compiten en equipos nacionales rivales… y que terminan envueltos en un romance tan intenso como prohibido. Distribuida por Crave en Canadá y por HBO Max en Estados Unidos, la serie ya se posiciona en el puesto número 5 del ranking de las series más vistas en la plataforma estadounidense. Pero antes de convertirse en un fenómeno televisivo, todo comenzó en las páginas de la saga Game Changer de Rachel Reid. Heated Rivalry , publicada en 2019, es el segundo libro de la serie, y su enorme popularidad llamó la atención del creador final del...

Cómo Jonathan Bailey se volvió el héroe queer más poderoso del cine en 2025

 

Hay momentos en la cultura pop que uno recuerda exactamente dónde estaba cuando ocurrieron. Para muchos de nosotros, uno de esos momentos fue ver a Jonathan Bailey coronarse —sin pedir permiso— como la figura más poderosa, carismática y taquillera de todo 2025.

Sí, un hombre gay.
Abiertamente gay.
Sin ocultarse, sin suavizarse, sin pedir disculpas por ocupar espacio.

Y vaya que lo ocupó.

Cuando Wicked: For Good arrasó con un estreno histórico, la conversación en redes fue inmediata: “Jonathan Bailey está imparable”. Y era verdad. Su regreso como Fiyero no solo dejó claro que es un actor capaz de cargarse una franquicia global al hombro, sino que también es una de las presencias más magnéticas que ha pisado la pantalla grande en los últimos años.

Pero lo mejor es que Wicked no fue un golpe de suerte aislado. Bailey venía calentando motores desde Jurassic World: Rebirth, donde su interpretación del Dr. Henry Loomis —y sí, esas famosas slutty little glasses— se convirtieron en el nuevo fetiche colectivo del internet queer. Todavía no supero la cantidad de edits que me salen en TikTok. Y ninguno me molesta, sinceramente.

 

Mientras Hollywood seguía intentando descifrar cómo revitalizar sus franquicias, Bailey simplemente apareció, hizo su magia y dejó la película con una recaudación de 868 millones de dólares. Nada mal para un año “normal”, pero absolutamente demoledor si eres un actor queer en una industria que históricamente ha repetido que vivir en voz alta te cierra puertas.

Pues… sorpresa. Jonathan Bailey no solo abrió las puertas, sino que las arrancó y les prendió fuego para asegurarse de que nadie más volviera a quedar afuera.

Y si eso no fuera suficiente, PEOPLE lo nombró “Sexiest Man Alive”.
El primero en la historia siendo abiertamente gay.

 

Cuando se anunció, sentí algo que pocas veces siento con la farándula: orgullo. Un orgullo profundo, colectivo, comunitario. Lo vi y entendí que estábamos presenciando algo más grande que una simple portada bonita (aunque Dios… qué portada). Era un símbolo de que, por fin, el mundo está cambiando… y nos incluye.

Además, ver a su elenco de Wicked celebrarlo tan efusivamente fue un regalo adicional. Jeff Goldblum declarando que es el hombre más sexy del multiverso. Ariana Grande derritiéndose en elogios. Cynthia Erivo sonriendo como si supiera algo que nosotros aún no. Y todos nosotros, desde el sillón de nuestras casas, asintiendo. Porque sí, Jonathan Bailey no solo es sexy. Es carismático, talentoso, amable, honesto, brillante y genuinamente inspirador.

Este 2025 está siendo suyo.
Y, de alguna manera, también se siente nuestro.

 

No sé si su próximo papel incluirá otro meme viral, un nuevo récord de taquilla o un outfit que enloquezca al colectivo del glitter gay. Pero sé que lo que representa —un hombre queer triunfando sin renunciar a sí mismo— ya convirtió este año en uno inolvidable.

Y por eso, sinceramente, gracias Jonathan Bailey.
Por romper techos, por abrir caminos, por inspirarnos, por lucir esas gafitas indecentes… y por demostrar que el protagonista también puede ser gay, deseado y absolutamente imparable.

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